Lic. Jorge Alejandro Zelaya
Sociólogo y Jurista
Catedrático: Universidad Luterana Salvadoreña.
3 puntos de dolor, de una ciudad desesperada...
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La obviedad de los males de una ciudad que reclama lavar su rostro, que
exige el lugar que hace algunos años presumió tener, hace pensar que en este
contexto, cada vez son menos las personas que recuerdan “El gran San Salvador”,
como la capital de Centroamérica, a estas personas el tiempo se las ha ido
llevando, y con ellos el tiempo también ya está pasando factura a las actuales
generaciones.
Es conocida la fe y la esperanza de los capitalinos, que siempre piensan
que algún día se arreglara todo, aparecen de nuevo las preguntas básicas
impulsadas nada más por la razón, las famosas: ¿hasta cuándo? ¿Qué
debemos hacer? o ¿Por qué no se hace?, surgen alzando la cabeza desde el
olvidado kilómetro cero de El Salvador, y de vez en cuando aparecen
advientos de respuestas, pero de inmediato estas chocan contra el muro de la indiferencia de los que
pudiesen dar las soluciones, pero que por otros tres años analizaran de nuevo
la situación para no aplicar el tan esperado remedio a una capital que agoniza.
En esta ocasión señalo 3 situaciones que los capitalinos exigen no con
fuerza, más bien con el sentimiento y añoranza de personas que aman una ciudad
que merece ser presentada con orgullo ante el mundo.
- El Comercio Informal
Las razones de la migración del
campo a la ciudad para dedicarse al
comercio informal en las vías públicas de
San Salvador tienen su origen en acontecimientos
históricos socio-políticos[1].
En la historia Salvadoreña el flujo migratorio hacia
la Ciudad Capital tiene sus raíces en el
conflicto armado de la década de los
años ochenta y en la falta de fuentes de trabajo en otras zonas
agrícolas[2].
Actualmente el crecimiento desordenado del comercio informal, debido a
la falta de una política eficaz de ubicación estratégica de este rubro, obliga
a los capitalinos que viven fuera de este sector, a sortear madera,
lámina y clavos oxidados, que se exhiben en los “puestos” declarados como
“zonas conquistadas para la subsistencia de los necesitados”.
Los conductores constantemente, evaden carretas, niños jugando, canastos
y uno que otro maniquí, que compite junto con el transporte público por el
reinado del pavimento.
Madera, laminas, ropa, frutas, películas quemadas, en fin todo lo que se
puede o no se puede vender, es una condición que tapiza tanto cemento como
asfalto, bloquea, ojos, pies y manos, para aquellos valientes que emprenden el
reto de encarar este desafiante territorio.
Al mezclar los elementos más visibles de este fenómeno, y sin involucrar
a los demás problemas que mencionaremos, nos damos cuenta que estamos en una
realidad, que descansa en los hombros de la interpretación literal de la
Constitución ya que en el artículo 37 inciso segundo, reza
literalmente: “...El Estado empleara todos los recursos que estén a su alcance
para proporcionar ocupación al trabajador, manual o intelectual, y para
asegurar a él y a su familia las condiciones económicas de una existencia
digna..; Más allá del error de la literalidad en su interpretación, en la cual
el Estado dentro de sus derechos globales, deberá de proporcionar las
condiciones óptimas para el establecimiento de fuentes formales de trabajo, que
contribuirán con sus tasas e impuestos a fortalecer los proyectos de los
gobiernos; Evidentemente el problema recae en la ignorancia del espíritu mismo
de la Norma Suprema, la cual no puede contradecirse en su aplicación, ya que el
Art. 1 de la Constitución[3],
en su tercer inciso, reconoce a la persona humana como “...El origen y el fin
de la actividad del Estado; siendo obligación de éste, asegurar a los
habitantes de la República, el goce de la libertad, la salud, la cultura, el
bienestar económico y la justicia social”.. La interpretación misma de este
inciso nos lleva a conocer la profundidad de términos como “justicia social”,
“cultura” o la misma “libertad”, que aplicada esta última en toda la amplitud
de su concepto, incluye en el caso concreto, también la libertad de los
peatones para utilizar las aceras por las que pagamos tasas, y la de los
conductores a utilizar las calles que mantenemos con impuestos; Así como la
libertad de disfrutar con seguridad, los pocos focos de cultura que nos
presenta nuestro bello pero muy escondido Centro Histórico Capitalino.
Actualmente solo hay una verdad detrás de las
ventas desordenadas: “ORDEN ES IGUAL A MENOS VOTOS”, basta con recordar adonde
y con quienes iniciaron las campañas los últimos ediles, el trato con ellos
asegura menos desordenes, menos crímenes y lo más importante votos seguros de
muchos DUIS que viven lejos de la capital pero gracias a la ley pueden poner su
lugar de trabajo como residencia…
Dada esta mezcla de situaciones, entendemos que
mientras la bandera de la necesidad, ondee en el asta de la política
partidaria, los capitalinos nunca, conoceremos el ya no solo deseado, si no que
necesitado, orden del comercio en centro de San Salvador.
1. Crimen organizado
Ya es sabido que El crimen organizado
en la capital Salvadoreña, es uno de los problemas serios del país; Basta poder
hablar 5 minutos con algún vendedor, comerciante formal o informal, para que en
tono bajo y con los ojos revisando ambos lados del horizonte, diga: “si esta
peligroso, pero no se puede decir nada” por lo cual no es sorpresa que “Un artículo de la revista The Economist, con
datos del Igarapé Institute, situó a El Salvador y su capital en el número uno
de los lugares más peligrosos por la frecuencia de homicidios”..[4]¿Cómo
podemos solucionar un problema tan complejo?.. Parecería tan obvia la
respuesta, pero nos damos cuenta que la respuesta puede ser aún más compleja
que la pregunta, inicial... ¿Qué tan difícil es iniciar?, decían ediles
anteriores que al no tener la coordinación entre el gobierno central y el
gobierno capitalino, no se pude abordar el problema ya que necesitaba un apoyo
radical y estratégico, soportado en la inteligencia del estado... Se llega el
ansiado momento en que se cumple el binomio gobierno central y capital, e
inmediatamente las autoridades de turno plantean la tesis del: ¿Porque no lo
hicieron antes?... ¿Es broma? ¿De verdad? Nos interesa que lo arregle ya,
ahora, en esta administración, que no dejen el problema para que se disperse en
el pasado, entre dimes y diretes; Pero, al parecer esa que aunque Gobiernos
central y local, comparten siglas, parece que los separan, distintos colores,
pensamientos, acciones y situaciones... dejando entrever que detrás del show de
unas cuantas personas que pelean la verdadera aplicación de una posición
ideológica, el crimen camina a sus anchas por este el municipio del desorden y
del terror.
1. Precioso Centro Histórico abandonado:
San Salvador posee
una condición especial, bueno varias condiciones especiales... entre buenas y
malas, según el ojo del observador, puntos desde poseer joyas arquitectónicas
como el Teatro Nacional[5] diseñado por el arquitecto francés Daniel Beylard inaugurado en
1917, El Palacio Nacional, declarado monumento Nacional en 1980, construido
entre el 1905 y 1911, sustituyendo al antiguo luego de un incendio de finales
del siglo IIX[6],
a cargo de José Emilio Alcaine y bajo la
dirección del maestro de obra Pascasio González Erazo, la Catedral, dos Centros
Históricos, el de la Colonia y el de la República, plazas, palacios, bibliotecas,
entre otros elementos más..
¿Pero...
qué pasa con nuestro centro histórico? Que el calificativo de histórico, si se
basa en las historias que recopila, entre imágenes piedra y cementos sigue
coleccionando historias... pero en las últimas décadas esos relatos, han mutado
de la felicidad, orgullo y gloria, a ser relatos de terror, destrucción,
vandalismo y desorden.
¿Que
pensara Da Vincci al encontrar a la Gioconda en baúl de un automóvil
abandonado?, o Rafael Sanzio, ver su “Escuela de Atenas”, enlodándose en la
esquina de un jardín descuidado… Ver nuestro centro histórico, sus monumentos y
estructuras dentro del centro de san salvador, es como ver una joya dentro de
un bote de basura; Ya que puede ser difícil entender a los artistas, pero no es
tan difícil reconocer el esfuerzo y la dedicación de sus obras.
Lo
interesante es saber ¿Que pensamos los capitalinos, al ver los pocos tesoros
que tenemos inmersos en el caos?, ventas, cables, delincuencia, suciedad,
borrachos, prostitución, entre otras cosas son la manta que cubre esas obras,
una manta sucia, apestosa llena de remiendos y suciedad; que por decepcionante
que parezca no debemos olvidar que debajo de esa manta están esas gemas.
Pongámonos
a pensar... solo a pensar, pues solo eso nos permite la realidad... ¿Cómo fuera
nuestro centro histórico sin esa manta? turismo, proyección económica, familias
disfrutando, artistas, todos los elementos que un centro histórico debería
poseer; Pero para no salir de la costumbre, repartamos un poco de culpa, llego
el momento de culpar al Sistema, pero en esta ocasión clavemos los ojos
en el otro sistema, aquel que no le pertenece a la política encarnada…
volteemos la vista Al “SISTEMA EDUCATIVO”. La misma UNESCO advierte que ¿En qué
materia nos enseñar arte y cultura? como podremos pedirle a nuestros hijo que
valore y cuiden una joya arquitectónica, si no les hemos enseñado el valor de
una joya ni la riqueza que se encuentra dentro de las bellas artes...
Por consiguiente, esto no es más que añoranza, pidiendo resolver problemas y no culpar al tiempo, solicitando para el comercio informal: orden y reubicación estratégica, para el crimen organizado: ataque coordinado con el gobierno central, y para nuestro centro histórico: educación cultura y lo más importante, amor por una capital que pide desesperada cual canción de Neruda, atención afecto y amor...
[1] CUBIAS RAMÍREZ, Y Otros, Ob Cit, P. 31
[2] La Incidencia De Políticas
Públicas En El Ordenamiento Del Centro Histórico De San Salvador Ante El
Comercio Informal Ues-2011
[3] Constitución
Política de El Salvador
[4] http://www.laprensagrafica.com/2017/04/03/san-salvador-aparece-como-la-ciudad-mas-violenta-del-mundo.
(03/04/2017)
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