Una década atrás Stephen
R. Covey, el denominado Sócrates americano, escribió: Los 7 hábitos de la gente
altamente efectiva (1989), convirtiéndose su libro en un extraordinario éxito
de ventas en su país, primero, y en el resto del mundo, después. El libro trata
de 7 hábitos por los cuales nos debemos regir para tener éxito en nuestra vida familiar
y profesional. Stephen Covey ha leído la literatura del éxito norteamericana de
los últimos 200 años y ha extraído estas siete normas que pueden ser aplicadas
a todas las situaciones de nuestra vida.
Hábitos para la victoria
privada:
Primer
Hábito: SER PRO-ACTIVO. - Hábito de la
responsabilidad-;
Tenga iniciativa. Elija
su propio destino.
Usted es responsable de
lo que haga en su vida.
Decida que debe de hacer
y hágalo.
La pro-actividad se
refiere a que ante cada estímulo del medio ambiente tenemos la habilidad de
decidir la respuesta que queremos dar, esto quiere decir que no somos esclavos
de las acciones que sobre nosotros se efectúan, sino libres ejecutores de
nuestra conducta. Un ejemplo práctico en nuestra vida es el de un chofer de un
automóvil que nos grita una obscenidad o nos toca con insistencia el claxon. En
este caso nuestra respuesta puede variar desde tomar un arma y dispararle para luego
sufrir las consecuencias legales de nuestra conducta hasta simplemente
ignorarlo y no dejar que altere nuestra tranquilidad. Lo importante es que la
decisión es nuestra, que somos los responsables de nuestra conducta.
Segundo
Hábito: EMPIECE CON UN FIN EN MENTE.- Hábito del liderazgo personal- Imagine su objetivo. Sea creativo. Escriba su
propio libreto.
Piense cómo quiere que lo
recuerden en su funeral.
Use esto como base de lo
que hace cada día.
Este hábito consiste en
que nuestra conducta no la debe regir el capricho ni el azar, debemos tener
objetivos precisos a los cuales acercarnos: Un título universitario, comprar
una casa o un auto, mantener una relación armoniosa con nuestros familiares y
compañeros de trabajo. Cada vez que tomemos una decisión importante debemos
pensar si ésta nos acerca o nos aleja de nuestros objetivos.
Tercer
Hábito: ESTABLEZCA PRIMERO LO PRIMERO.
-
Hábito de la administración personal-;
Haga sólo lo que es
importante para lograr su objetivo.
Emplee más tiempo para lo
que es realmente importante para lograr su objetivo, y no a lo que lo apremie
como urgente.
El capitulo comienza un una frase del sabio
alemán Goethe: "Lo que importa más nunca debe estar a merced de lo que
importa menos". Consiste en distribuir nuestro tiempo sobre la base de
prioridades: El autor describe un método de organizar el tiempo sobre la base
de cuatro cuadrantes en los cuales coloca las actividades: urgentes, no
urgentes, importantes y no importantes.
Hábitos para la victoria
pública
Cuarto
Hábito: PENSAR EN GANAR-GANAR. - Hábito del beneficio mutuo-
Cree la interdependencia.
Busque el beneficio mutuo.
Hay suficiente para
todos.
Tenga una mentalidad de
abundancia.
Busque aquellas soluciones
que beneficien a todos
Este hábito indica que
nuestras interacciones con otros seres humanos siempre deben ser de mutuo
beneficio, que no existe otra opción. Nuestra relación con un cliente debe ser
ganar-ganar, si yo gano y mi cliente pierde, pierdo al cliente. No existe otra
opción, aunque a corto plazo otros tipos de relaciones resulten en ganancias
inmediatas, a largo plazo vemos que son ineficaces y perjudiciales para ambas
partes. El autor explica que si después de razonar con nuestro interlocutor no logramos
un acuerdo ganar-ganar, nos queda la opción de "no hay trato".
Quinto
Hábito: PROCURE PRIMERO COMPRENDER Y DESPUES SER COMPRENDIDO. - hábito de la
comunicación efectiva-
Tenga empatía. Póngase en
los zapatos del otro.
Escuche hasta entender
internamente a la otra persona.
Este hábito trata de
ponerse primero en el lugar del otro, de ver las cosas desde su punto de vista.
Se basa en el refrán popular de " Todo es del color del cristal con que se
mire". Es quizás el más difícil de practicar, casi siempre pasamos más
tiempo hablando que escuchando y creemos que las cosas sólo pueden ser de la
manera en que nosotros las vemos.
Sexto
Hábito: LA SINERGIA. - hábito de la interdependencia-
El total es mayor que la
suma de las partes.
Comparta. Valorice las
diferencias.
Busque nuevas
alternativas que eliminen los obstáculos encontrados.
Encuentre formas de
cooperar con todos.
Valorice las diferencias
personales.
Algunas metas las podemos
lograr solos, pero las empresas grandes sólo las podemos lograr con trabajo en
equipo. Proyectos como la llegada del hombre a la Luna o la fabricación de la
Bomba Atómica son el resultado del trabajo sinérgico.
Hábito de renovación:
Séptimo
Hábito: AFILE LA SIERRA. - hábito de la mejora continua-
Sea consistente.
Preserve, renueve y mejórese a Ud.
mismo.
Balancee sus cuatro
dimensiones: física, espiritual, mental y socio-emocional.
Este capítulo comienza
con la historia de un leñador que se encuentra tan inmerso en su trabajo de
derribar árboles que olvida que dedicar unos minutos a afilar su sierra le
haría ahorrar muchas horas de esfuerzo. Aplicado a nuestra vida afilar la
sierra se refiere a dedicar un breve espacio de nuestra vida a mejorar nuestras
condiciones físicas e intelectuales mediante el ejercicio físico y el estudio.
Comience de nuevo con el
primer hábito.
--------------------------
Fundamentos de la
efectividad personal y organizacional
Las cinco columnas que
sostienen la estructura conceptual del pensamiento de Stephen R. Covey, son las
siguientes:
1.
Paradigmas;
2.
Principios;
3.
Proceso
de adentro hacia fuera;
4.
Hábitos
de efectividad; y
5.
Niveles
de efectividad.
1
Paradigmas. - De acuerdo con Covey, los
paradigmas son los modos en que las personas ven el mundo, en el sentido de
percepción, comprensión o interpretación. Otro modo de entender los paradigmas
es la idea de que son teorías, explicaciones, modelos o supuestos que son
útiles para explicar la realidad. Los paradigmas no serían sino mapas de
nuestras mentes y corazones que dan origen a nuestras actitudes y conductas y,
en última instancia, a resultados.
2
Principios - Los principios -siempre en la visión de Covey-
son leyes naturales en la dimensión humana que gobiernan la efectividad y que
no pueden quebrantarse. Estos principios representan verdades profundas, fundamentales,
duraderas, universales y permanentes que han sido reconocidas por todas las
civilizaciones importantes a través del tiempo. Si los paradigmas son el mapa,
pues los principios son el territorio.
3
Proceso de adentro hacia fuera - Conforme a Covey, el proceso de cambio y desarrollo
personal siempre se produce de adentro hacia fuera, y se sustenta en los
principios, la persona humana (carácter, paradigmas y motivaciones) y los
hábitos de la efectividad. Esto quiere decir que los programas de cambio y
desarrollo personal para poder ser realmente efectivos tienen antes que ser asimilados
internamente por la persona traspasando las resistencias internas y las
barreras externas.
4
Hábitos de efectividad - Los hábitos no serían sino la resultante de la
intersección de tres elementos:
-. Conocimiento, responde al qué hacer y por qué;
-. Capacidad, responde al cómo hacer; y
-. Deseo, responde al querer hacer o motivación.
Los siete hábitos encarnan principios esenciales arraigados en
nuestra conciencia moral y en nuestro sentido común.
5
Niveles de efectividad - Estos niveles son los
siguientes:
1.
La efectividad personal,
basada en el principio de la confiabilidad, constituye la relación conmigo
mismo;
2.
La efectividad
interpersonal, sustentada en el principio de confianza, son mis relaciones e
interacciones con los demás;
3.
La efectividad gerencial,
sostenida en el principio del facultamiento, es la responsabilidad de hacer que
otros lleven a cabo determinada tarea con un claro sentido de responsabilidad y
compromiso; y
4.
La efectividad
organizacional, soportada en el principio de alineamiento, es la necesidad de
organizar a las personas en armonía con las líneas maestras de la organización.
¿Quién es Stephen R. Covey?
Una década atrás Stephen
R. Covey, el denominado Sócrates americano, escribió: Los 7 hábitos de la
gente altamente efectiva (1989), convirtiéndose su libro en un
extraordinario éxito de ventas en su país, primero, y en el resto del mundo,
después.
A la fecha este
excepcional libro se ha traducido a más de veinticinco idiomas, se ha editado
en un número mayor a los doce millones de ejemplares y su estudio se multiplica
cada día más. En idioma castellano este libro fue editado en 1990 por la
Editorial Paidós Ibérica S.A. con el nombre de: Los 7 hábitos de la gente
altamente efectiva. La revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa.
Después de este gran
éxito editorial, Covey ha continuado su carrera de escritor, escribiendo las
obras: El liderazgo centrado en principios (1990); Meditaciones
diarias para la gente altamente efectiva (1994); Primero lo primero
(1994), escrito con la colaboración de A. Roger Merrill y Rebecca R. Merrill;
Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas (1998); The Nature
of Leadership (1999), escrito con la participación de A.
Roger Merril y Dewitt Jones; y Living the 7 habits: Story of
Courage and Inspirations (1999), éstos dos últimos libros todavía sin
traducir a nuestro idioma.
Stephen R. Covey, BA por
la Universidad de Utah, MBA por la Universidad de Harvard y Ph.D por la
Bringham Young University, ha sido considerado por la prestigiosa revista Time
como uno de los veinticinco estadounidense más influyentes de su país. El
doctor Covey también se ha hecho merecedor a numerosos premios por la
excelencia de su contribución al desarrollo de las personas y organizaciones.
Actualmente el doctor
Covey lidera la Franklin Covey Company, importante firma que realiza, entre
otras actividades, estudios y aplicaciones sobre Liderazgo Centrado en
Principios en las organizaciones e instituciones más importantes del mundo. Su
portafolio de clientes incluye 82 de las 100 Fortune y más de dos
tercios de las 500 Fortune, miles de medianas y pequeñas empresas y
entidades gubernamentales y muchos miles más de familias y personas en todo el
mundo.
Los productos y servicios
Covey se encuentran disponibles en más de veintiocho idiomas, y sus productos
de planeación son utilizados por más de 15 millones de personas. La
organización Franklin Covey tiene una red mundial de oficinas y tiendas; cuenta
con una Sede Central ubicada en Salt Lake, Utah (USA), y más de cien
representaciones dispersas en los Estados Unidos de Norteamérica, Europa, Asia,
América Latina, Oceanía y Africa.
Stephen R. Covey propone
en su consagrada obra: Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, una
renovada filosofía de vida sustentada en la comprensión y aplicación de los
siete hábitos de efectividad personal y organizacional. Tales hábitos -síntesis
de su estudio magistral sobre la cultura del éxito en doscientos años en los
Estados Unidos- son los siguientes:
1. Sea pro-activo;
2. Empiece con un fin en
mente;
3. Establezca primero lo
primero;
4. Piense en ganar /
ganar;
5. Procure primero
comprender y después ser comprendido;
6. Sinergice; y
7. Afile la sierra.
La pregunta que
seguramente muchos podemos hacernos, es la siguiente: ¿Por qué el primer libro
de Stephen R. Covey -Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva- ha
causado sensación en todo el mundo?
Me arriesgaré a señalar
tres razones para intentar explicar este singular éxito editorial, el mismo
que, a su vez, ha originado un extraordinario éxito empresarial reflejado en
Franklin Covey Company.
Primero, porque el libro
en mención se encuentra muy sólidamente fundamentado en los estudios que
realizara Stephen R. Covey sobre las ideas escritas sobre el éxito en los
últimos doscientos años en su país de origen. En efecto, el propio autor señala
que su estudio sobre la literatura del éxito comprende los millares de escritos
realizados desde 1776 en su país. Este extraordinario conocimiento no
constituiría sino la esencia de la sabiduría de un pueblo democrático sobre
el arte de vivir basándose en principios.
Segundo, porque las ideas
de Stephen R. Covey son sumamente didácticas y enriquecedoras para todo aquel
que sea capaz de responder al desafío personal que le plantea su propia
superación. Sobre la base del importante concepto de principios sustenta la
arquitectura de los siete hábitos de las personas altamente efectivas. Sin
perder profundidad conceptual, Covey plantea todo un programa de desarrollo
aplicable a individuos, familias, grupos y organizaciones de todo tipo.
Tercero, porque el libro
de Stephen R. Covey llega a la comunidad en el tiempo preciso para ser
valorado, asimilado y explotado. Es indudable que existe en las personas una
necesidad de encontrar un sentido a sus propias vidas, así como también es
innegable que las ideas de Covey se trasforman en las manos de cada cual en
poderosas herramientas de modelamiento de la propia vida.
Stephen R. Covey ha
iluminado en nuestra época la necesidad de comprensión sobre el camino de
desarrollo personal y organizacional. Corresponde ahora a cada individuo y
organización recorrer el fatigoso y largo camino que conduce a la propia
superación. Cada cual iluminará su vida con una mayor comprensión y superación
en sus propias circunstancias. Ese es el reto que a cada uno de nosotros nos
toca responder con la calidad de nuestras decisiones y acciones.
Fundamentos de la efectividad personal y organizacional
Las cinco columnas que
sostienen la estructura conceptual del pensamiento de Stephen R. Covey, son las
siguientes:
1. Paradigmas;
2. Principios;
3. Proceso de adentro
hacia fuera;
4. Hábitos de
efectividad; y
5. Niveles de
efectividad.
Conviene al llegar a este
punto explicar someramente cada uno de estos conceptos para entender los
hábitos de la efectividad personal y organizacional.
1 Paradigmas
De acuerdo con Covey, los
paradigmas son los modos en que las personas ven el mundo, en el sentido
de percepción, comprensión o interpretación. Otro modo de entender los
paradigmas es la idea de que son teorías, explicaciones, modelos o supuestos
que son útiles para explicar la realidad. Los paradigmas no serían sino mapas
de nuestras mentes y corazones que dan origen a nuestras actitudes y conductas
y, en última instancia, a resultados.
La psicología tiene tres
paradigmas importantes para entender el psiquismo y comportamiento humanos. Un
paradigma -o fuerza psicológica- es el psicoanálisis de Sigmund Freud; otro es
el conductismo de John B. Watson; y, por último, el humanismo de Abraham H.
Maslow. Desde luego que cada uno de estos paradigmas o fuerzas psicológicas se
han dividido en muchísimas otras, pero este tema no constituye propiamente un
motivo central de esta exposición.
En administración también
podemos encontrar pensamientos administrativos paradigmáticos. En el siglo
XVIII aparecieron las ideas de Adam Smith; en el siglo XIX las ideas de Charles
Babbage; en los inicios del siglo XX las ideas de Frederick W. Taylor; y,
finalmente, en las postrimerías de este siglo las ideas de W. Edwards Deming.
Los principios -siempre
en la visión de Covey- son leyes naturales en la dimensión humana que gobiernan
la efectividad y que no pueden quebrantarse. Estos principios representan
verdades profundas, fundamentales, duraderas, universales y permanentes que han
sido reconocidas por todas las civilizaciones importantes a través del tiempo.
Si los paradigmas son el
mapa, pues los principios son el territorio. Uno de los principios más importantes es la ley
de la cosecha. Bastaría para comprenderlo preguntarnos lo siguiente:
¿Podemos cosechar aquello que no hemos sembrado con nuestro propio esfuerzo?
Algunos otros principios son los siguientes: Calidad, cambio, desarrollo,
dignidad humana, educación, integridad, rectitud, servicio, potencial y
proceso.
Conforme a Covey, el
proceso de cambio y desarrollo personal siempre se produce de adentro hacia
fuera, y se sustenta en los principios, la persona humana (carácter, paradigmas
y motivaciones) y los hábitos de la efectividad. Esto quiere decir que los
programas de cambio y desarrollo personal para poder ser realmente efectivos
tienen antes que ser asimilados internamente por la persona traspasando las
resistencias internas y las barreras externas.
Los hábitos de la
efectividad personal y organizacional constituyen un nuevo paradigma propuesto
por Stephen R. Covey, sustentados en siete hábitos reconocidos por nuestro
autor en su original y productivo estudio acerca de la literatura del éxito en
su país durante el período 1776 - 1976.
Los hábitos no serían
sino la resultante de la intersección de tres elementos:
1. Conocimiento, responde
al qué hacer y por qué;
2. Capacidad, responde al
cómo hacer; y
3. Deseo, responde al
querer hacer o motivación.
Estos tres elementos son
requeridos para convertir algo en un hábito en nuestras vidas.
Veamos, a título de
ilustración, el hábito de la lectura a través de estos tres elementos:
1. ¿Qué debo leer y por
qué debo leer?;
2. ¿Cómo debo leer?;
3. ¿Deseo leer?
Si una determinada
persona carece del hábito de la lectura, resulta indudable que uno o más de
estos elementos no están en la intersección. A propósito del hábito de la
lectura, recientes estadísticas oficiales informan, por ejemplo, que el Perú
sólo supera en índice de lectoría en América Latina a Haití. Como contrapeso de
esta situación podemos decir que el hábito de ver la televisión está
reemplazando al hábito de la lectura. Lastima, sí, que la televisión peruana no
ofrezca todavía todas las posibilidades educativas que debiera poner al
servicio de su propia comunidad.
La clave de la
efectividad es la relación entre la producción y la capacidad de producción.
Covey ilustra muy bien esta relación narrando la fábula de Esopo de la gallina
de los huevos de oro. Cuenta el fabulista que en cierta ocasión un granjero
tuvo la dicha de encontrarse con una gallina que ponía cada día un huevo de
oro. No dando crédito a lo que sus sentidos percibían, el desconfiado granjero
hizo verificar por otras personas el huevo. Y en efecto, pudo realmente
comprobar que el huevo era de oro. Por cierto que nuestro granjero enriqueció
notablemente, pues cada día que pasaba la gallina le ponía un huevo de oro. No
pasó mucho tiempo antes de que sus ambiciones desmedidas le hicieran pensar que
era mejor dar muerte a la gallina para tener de una vez todos los huevos de
oro. En efecto, sin pensarlo más decidió matar a la gallina de los huevos de
oro. Mas al darle muerte y abrirla comprobó para su desesperación que en su
interior no había ningún huevo de oro. Había matado sin pensar en las
consecuencias a la gallina de los huevos de oro. Así, pues, el huevo de oro de
cada día de la gallina representa la producción, así como la gallina representa
la capacidad de producción.
Los siete hábitos
encarnan principios esenciales arraigados en nuestra conciencia moral y en
nuestro sentido común. Los hábitos de la efectividad, son los siguientes:
1. Sea pro-activo - hábito
de la responsabilidad-;
2. Empiece con un fin en
mente - hábito del liderazgo personal-;
3. Establezca primero lo
primero - hábito de la administración personal-;
4. Piense en ganar /
ganar - hábito del beneficio mutuo-;
5. Procure primero
comprender y después ser comprendido - hábito de la comunicación efectiva-;
6. Sinergice - hábito de
la interdependencia-; y
7. Afile la sierra - hábito
de la mejora continua-.
Estos niveles de
efectividad, siempre en la visión de Covey, son los siguientes:
1.
Efectividad
personal;
2.
Efectividad
interpersonal;
3.
Efectividad
gerencial; y
4.
Efectividad
organizacional.
Veamos muy brevemente
cada uno de estos niveles de efectividad:
1.
La
efectividad personal, basada en el principio de la confiabilidad, constituye la
relación conmigo mismo;
2.
La
efectividad interpersonal, sustentada en el principio de confianza, son mis
relaciones e interacciones con los demás;
3.
La
efectividad gerencial, sostenida en el principio del facultamiento, es la
responsabilidad de hacer que otros lleven a cabo determinada tarea con un claro
sentido de responsabilidad y compromiso; y
4.
La
efectividad organizacional, soportada en el principio de alineamiento, es la
necesidad de organizar a las personas en armonía con las líneas maestras de la
organización.
3°. Los hábitos de la efectividad personal y organizacional.
Este hábito de efectividad
representa la posibilidad de asumir nuevos desafíos en un ambiente de libertad
individual y responsabilidad social de la persona humana. Este es el hábito de
la conciencia y conducta de responsabilidad, el que resulta determinante en
cada persona para comprender sus realizaciones y frustraciones, sus retos y sus
respuestas, sus ambiciones y sus logros.
Es muy importante
entender que entre los estímulos, procedentes del ambiente externo e interno, y
las respuestas, manifestadas en conductas observables o no, existe la libertad
interior de decidir. Esta es evidentemente una postura no determinista, tal
como el propio Viktor E. Frankl la señalara al considerarla la última de las
libertades humanas. Al hombre se le puede despojar de todo salvo la de elegir
sus valores de actitud frente a las circunstancias de su propia vida. Una
lección magistral de libertad interior de elegir la dio el propio Frankl a raíz
de su dolorosa experiencia durante sus años de confinamiento (1942 - 1945) en
cuatro campos de concentración nazi. Su extraordinario libro: Un psicólogo
en un campo de concentración (1946), publicado después con el título de: El
hombre en busca de sentido, siempre perdurará como uno de los más valiosos
legados de valor y esperanza humanas en las condiciones más difíciles de
soportar para un ser humano.
Algunos ejemplos
ilustrativos sobre lo que constituye el hábito de la responsabilidad,
son los siguientes:
- Valore positivamente la proactividad porque su práctica cotidiana le significará también mayor libertad personal.
- Sienta, piense y actúe reconociendo que su familia es su responsabilidad más importante.
- Acepte nuevos retos que lo desafíen a cuestionar y romper su precaria seguridad para desarrollarse cada vez más.
- Supere con decisión y valor las barreras internas y externas que le impiden actuar en forma proactiva.
- Anticípese al futuro diseñando con creatividad y oportunidad acciones preventivas.
- Actúe con suma responsabilidad en su trabajo como un camino inteligente para progresar.
- Reafirme día a día la responsabilidad que tiene sobre su propia vida.
Este hábito de
efectividad refleja el liderazgo personal y satisface plenamente la necesidad
de encontrar un sentido a la propia existencia. Este es el hábito de la primera
creación o creación mental, el que resulta esencial en cada persona para
comprender el cumplimiento de su misión existencial.
Las observaciones y
estudios realizados acerca de la visión de futuro revelan que esta es en verdad
extraordinaria y, tal como lo considera Stephen R. Covey, el poder de una
visión de futuro es increíble. La literatura mundial abunda en casos que
demuestran la manera en que la visión de futuro posibilita el cumplimiento de
los propios objetivos. Viktor E. Frankl lo demostró personalmente, así como en
los casos de aquellos otros individuos enfrentados a situaciones límites en los
campos de concentración nazi. Benjamin Singer también comprobó el caso de niños
escolares que tenían una imagen de roles centrados en el futuro y su influencia
para su desarrollo. Andrew Campbell y Laura L. Nash estudiaron la influencia
del sentido de misión para el caso de las organizaciones y equipos. Por último,
Fred Polak estudió, para el caso de las civilizaciones, la influencia de la
visión colectiva de futuro.
Algunos ejemplos
ilustrativos sobre lo que es el hábito del liderazgo personal, son los
siguientes:
- Decida y actúe iluminándose con su propia visión de futuro.
- Dirija su vida previendo su derrotero futuro.
- Contraste sus decisiones y acciones con su misión personal y realice los ajustes que correspondan.
- Acepte que su vida tiene un sentido... pero reconozca también que es usted quien tiene que descubrirlo.
- Identifique los principios y valores que orientan su propia vida.
- Determine el sentido de su vida y comprométase con el mismo.
- Lidere su vida trazando el rumbo que recorrerá hoy y mañana.
3 Tercer hábito:
Establezca primero lo primero
Este hábito de
efectividad interpreta la idea de la administración personal, y su aplicación
inteligente posibilita que las personas puedan encontrar la diferencia entre lo
importante y lo urgente para ser más efectivas. Este es el hábito de la segunda
creación o creación física, el que resulta básico para comprender la calidad de
las decisiones y acciones en el día a día.
Existen varias
generaciones de aplicaciones inteligentes respecto a la administración del
tiempo, cada una de las cuales ha logrado un avance sustantivo con respecto a
la anterior: Desde la primera, basada en las notas y listas de tareas; pasando
por la segunda, apoyada en las agendas; hasta la tercera, fundamentada en la
administración del tiempo. Stephen R. Covey ha propuesto una cuarta que
encuentra su sustento en la matriz de administración personal, en la que cada actividad
puede ser clasificada según dos criterios: 1) Urgencia, aquellas actividades
que requieren una acción inmediata; y 2) Importancia, aquellas actividades que
tienen que ver con los resultados. Así, cada actividad es susceptible de
clasificarse en los siguientes cuadrantes: 1) Urgente e importante:
Administración por crisis; 2) No urgente e importante: Administración pro-activa;
3) Urgente y no importante: Administración reactiva; y 4) No urgente y no
importante: Administración inefectiva. Resulta obvio que es el segundo
cuadrante el que resulta clave para el logro de la efectividad.
Algunos ejemplos
ilustrativos sobre el hábito de la administración personal, son los
siguientes:
- Defina en forma prioritaria los objetivos y metas que deberá alcanzar en el corto, mediano y largo plazo.
- Decida sobre aquello que no es urgente pero sí importante en su vida... y determine actuar en consecuencia.
- Precise sus roles y objetivos, esfuércese por cumplirlos... y renuévelos.
- Establezca un modelo de conducta que le permita ser plenamente interdependiente.
- Efectivice sus resultados definiendo previamente la jerarquía de sus obligaciones.
- Trabaje y comprométase diariamente sobre su victoria privada.
- Practique a diario el uso de su planificador (agenda) para marcar día a día la diferencia.
Este hábito de
efectividad ejemplifica el beneficio mutuo y ayuda poderosamente a encontrar el
equilibrio en las relaciones humanas con un sentido de bien común y equidad.
Este es el hábito que posibilita el logro de satisfacciones compartidas entre
todas aquellas personas que participan en un proceso de negociación.
Este hábito comprende el
estudio de seis paradigmas de interacción humana:
1) ganar / ganar;
2) gano / pierdes;
3) pierdo / ganas;
4) pierdo / pierdes;
5) Gano; y
6) ganar / ganar o no hay
trato.
Cada uno de estos
paradigmas es un modelo de relaciones humanas que conlleva determinados
objetivos y logros; sin embargo, el primer modelo de los nombrados en una realidad
interdependiente es el único viable. Este primer modelo representa beneficios
mutuamente satisfactorios, además de que supone aprendizaje recíproco e
influencia mutua. La historia de los conflictos en todos los ámbitos
psicológicos y sociales refleja la ausencia de esta comprensión, primero, y la
práctica desafortunada de las negociaciones, después. Los procesos de
negociación colectiva llevados en forma periódica entre representaciones
empresariales y sindicales reflejan, en la mayoría de las realidades
empresariales latinoamericanas, un modelo basado en el paradigma gano /
pierdes, el mismo que a la postre se convierte en un paradigma pierdo /
pierdes.
Algunos ejemplos
ilustrativos sobre el hábito del beneficio mutuo, son los siguientes:
- Piense que si trata al otro como a usted mismo le gustaría ser tratado, estaría sembrando la semilla del ganar / ganar.
- Acepte el hecho de que tanto usted como los demás pueden y deben resultar beneficiados en una negociación.
- Negocie actuando con integridad, madurez y mentalidad de abundancia.
- Decida aquello que favorezca el bien común y la equidad.
- Actúe pensando en que todos deben beneficiarse.
- Cultive una filosofía de vida ganar / ganar en la vida familiar, laboral y social.
- Estimule la inteligencia del equipo de trabajo aportando una filosofía y conducta sustentada en ganar / ganar.
Este hábito de
efectividad describe la comunicación efectiva y conviene aplicarlo a los
efectos de desarrollar los beneficios de la inteligencia emocional y obtener un
clima social de respeto y convivencia armoniosa. Este es el hábito que sustenta
la necesidad de comprender con empatía al otro para después ser comprendido y
poder edificar relaciones interpersonales más constructivas.
Destaca muy especialmente
en este hábito la importancia de la escucha empática en el proceso de la
comunicación humana. Si bien todos los hábitos de la efectividad se encuentran
muy relacionados con la inteligencia emocional, este hábito lo está en un grado
mayor por sus propias connotaciones emocionales. Se ha comprobado a través de
diversos estudios que la escucha activa resulta para el supervisor una aptitud
crítica para obtener el éxito en su gestión. Esta escucha es con la intención
sincera de comprender profunda y realmente a la otra persona. Puede recordarse
aquí que la antigua filosofía griega reconoce el ethos, fundamento del
carácter e integridad; el pathos, base de la empatía y el sentimiento; y
el logos, sustento de la lógica y la razón.
Algunos ejemplos
ilustrativos sobre el hábito de la comunicación empática, son los
siguientes:
- Aprenda mentalmente a ponerse en los zapatos del otro para empezar a comprenderlo.
- Pregúntese si la calidad de su comunicación con las personas aporta el respeto necesario y posibilita una convivencia armoniosa.
- Reconozca que para comprender al otro deberá aprender a escucharlo... con la mente abierta.
- Entienda al otro para comunicarse, primero, y encontrar juntos una solución efectiva, después.
- Compórtese con la necesaria firmeza y seguridad frente a los demás para ser escuchado.
- Realice depósitos constantes y positivos en la cuenta bancaria emocional de los demás.
- Aprenda a establecer una comunicación empática escuchando y dejándose escuchar.
Este hábito de
efectividad implica la interdependencia y es el producto social de individuos,
familias, equipos de trabajo y organizaciones bien integradas, productivas y
creativas. Este es el hábito que fundamenta los logros sinérgicos del trabajo
en equipo, vale decir de aquellos equipos en los que el resultado del colectivo
es mayor que la simple suma de sus integrantes. También podría afirmarse que el
cociente intelectual del equipo es mayor que el promedio del cociente
intelectual de aquellos que participan en su composición.
La sinergia es un
producto resultante de la calidad de las relaciones internas y externas de
calidad singular. Así, la sinergia intrapersonal es consecuencia de la práctica
de los tres primeros hábitos que propician la victoria privada o maestría
personal; en tanto que la sinergia interpersonal es el resultado de la práctica
de los tres segundos hábitos que generan la victoria pública o maestría
interpersonal. Otra manera de enfocar la sinergia interpersonal es considerarla
como un producto de la mentalidad de abundancia, la cuenta bancaria emocional y
el esfuerzo por procurar primero comprender. Un ejemplo notable de sinergia son
los círculos de calidad comprometidos, productivos y creativos.
Algunos ejemplos
ilustrativos sobre el hábito de la interdependencia, son los siguientes:
- Sinergice actuando con pro-actividad, competitividad y creatividad en su equipo de trabajo.
- Seleccione la tercera idea superior en los grupos humanos en los que participe.
- Alcance nuevos logros y propicie la innovación en su propia familia.
- Supérese a sí mismo para desarrollar cada una de las dimensiones de su personalidad y lograr una mayor sinergia interna.
- Actúe pro-activamente para ayudar a la formación de un equipo de trabajo bien integrado y productivo.
- Acepte la diversidad como una fortaleza del equipo de trabajo que se necesita explotar con inteligencia, creatividad y sensibilidad.
- Intégrese a un equipo de trabajo sumando y multiplicando esfuerzos para alcanzar los objetivos del grupo en forma sinérgica.
Este hábito de
efectividad interpreta la mejora continua y ofrece un horizonte de superación
personal en todas y cada una de las áreas de nuestra personalidad. Este es el hábito
que permite entender el mejoramiento personal en la dimensión física, mental,
socio-emocional y espiritual.
Stephen R. Covey denomina
a este hábito afilar la sierra por aquella historia que relata acerca de
un leñador que se encuentra en pleno bosque tratando con mucho afán de derribar
árboles con su hacha. Sin embargo, no le pasa por sus mientes que su hacha
también requiere ser afilada cada cierto tiempo para que recupere su filo y
pueda seguir brindando un buen servicio. Pues eso es precisamente lo que
acontece con las personas cuando no son capaces de hacer un alto en el camino
de su vida para recuperar nuevas energías con el descanso reparador, la lectura
de estudio, la ayuda solidaria al prójimo o la meditación. Las personas
requerimos renovación en todas y cada una las dimensiones de nuestra
personalidad: física, mental, socio-emocional y espiritual. En cualquier caso,
la falta de una apropiada renovación en estas dimensiones puede tener un
elevado muy costo para las personas.
Algunos ejemplos
ilustrativos sobre el hábito de la mejora continua, son los siguientes:
- Descanse plácidamente las horas que necesita para reponer sus energías físicas y mentales.
- Lea, estudie y reflexione... todavía sigue siendo una de las maneras más inteligentes de informarse, educarse y cultivarse.
- Mejore todo lo que realiza, siempre existirá la posibilidad de mejorar.
- Aliméntese en forma nutritiva y sana para estar siempre en buena forma.
- Desarrolle su carácter expresando en su conducta principios y valores positivos.
- Ofrézcase a sí mismo la posibilidad de renovarse en todos las dimensiones de su personalidad.
- Cultive una vocación de servicio sirviendo a los demás con amor.
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