Historia del Himno Nacional de El Salvador
El Himno Nacional de El Salvador, que se adoptó popularmente como la Canción Nacional, el 15 de septiembre de 1879, no tuvo reconocimiento oficial sino hasta el 11 de septiembre de 1953, como consecuencia de una ruidosa polémica de prensa que se suscitó por unas dudas al respecto, y después de la cual se demostró que el Himno Nacional reconocido oficialmente era otro.
En efecto, el Himno fue compuesto y escrito por los artistas Juan Aberle, compositor italiano que llegó al país a fines del siglo XIX dirigiendo una Compañía de Opera y el General Juan José Cañas, inspirado poeta y militar distinguido que hizo armas en la Compañía Nacional contra los filibusteros, allá por el año de 1856. Lo compusieron por recomendación del Presidente Doctor Rafael Zaldívar y fue cantado por primera vez en el antiguo Palacio Nacional el 15 de septiembre de 1879, por los niños y jóvenes de las escuelas y colegios oficiales y particulares de la ciudad capital. Tres meses habían estado los escolares estudiando el Himno, de tal manera que cuando lo cantaron por primera vez, en aquella mañana de septiembre, la impresión fue magnífica. tanto el inspirado poeta, como el ilustre compositor, habían triunfado.
Según cronistas de la época. Los espaciosos patios del Palacio Nacional se llenaron con una abigarrada concurrencia, en la que sobresalían los altos funcionarios del Estado, vestidos de gran gala y distinguidos elementos de la sociedad, así como gente del pueblo. Estaban allí el Presidente de la República, Doctor Rafael Zaldívar, el Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores, Doctor Cruz Ulloa; el Secretario en el Despacho de Relaciones de Educación y encargado de los Despachos de Hacienda y Guerra, Doctor Salvador Gallegos; el Secretario en el Despacho del Interior, Doctor José C. López; los Subsecretarios de Estado, altos jefes del Ejército, funcionarios civiles, altos dignatarios del Clero, etc.
Este no fue, sin embargo, el Primer Himno Nacional que tuvo El Salvador. El primero fue compuesto, entre septiembre y octubre de 1866, por el Doctor Tomas M. Muñoz, quien hizo la letra, y por el compositor don Rafael Orozco, a la sazón Director de la Banda Militar quien hizo la música. El Himno fue dedicado al Presidente de aquel entonces, Doctor Francisco Dueñas, quien lo declaró, con fecha 8 de octubre de aquel año, “Himno Nacional”, siendo cantado y ejecutado oficialmente el 24 de enero de 1867, a la hora de la retreta, frente a la residencia oficial del mandatario.
Pero este Himno, compuesto expresamente para adular a un gobernante, tuvo vida efímera y al dejar la presidencia el Doctor Dueñas, no se volvió a cantar ni a ejecutar en ninguna parte. Mas come se hacía necesario un canto patrio, fue así como el Presidente Zaldívar pidió a los artistas Aberle y Cañas que compusieran el canto patriótico que estaba.
El Himno se popularizo muy pronto, y fue reconocido corno uno de los cantos patrióticos más bellos e inspirados hasta entonces conocidos. Pero, por una ironía del destino, el gobernante en cuya administración se estrenó, se le olvidó declararlo “Himno Nacional” para que pasara a la categoría de Símbolo Patrio, y Se adoptó por el pueblo, sin declaratoria oficial alguna.
A la llegada al poder, en junio de 1890, del General Carlos Ezeta, el Himno Nacional de Cañas y Aberle se dejó cantar y aquel gobernante encomendó al músico italiano Césare Giorgi-Vélez, la composición de un Himno Guerrero, que exaltara el ánimo popular. Así nació el canto conocido con el nombre de “EL SALVADOR LIBRE”, reconocido oficialmente como Himno Nacional por Decreto de 8 de junio de 1891. Pero como ocurriera 20 años a la caída del gobierno de Ezeta nadie volvió a cantar el Himno Nacional, el compuesto por el maestro Aberle y el poeta Cañas. Y Se siguió considerando, por tradición, como Himno Nacional, aquel que no fue consagrado por determinación oficial. Así llegó hasta el año de 1953, en que un diario salvadoreño presentó dudas sobre la “situación legal” del Himno, dudas que provocaron una interesante polémica, de la que se sacó en conclusión que efectivamente, el Himno conocido por nacional, no tenía el consenso oficial, por lo que intervino la Academia Salvadoreña de la Historia, para que fuera subsanado aquel olvido.
En el concurso presentado por la Academia a la Asamblea Legislativa, con fecha 10 de junio de 1953, se dice entre otras cosas:
“Al presentar esta solicitud a la consideración del Alto Cuerpo Legislativo, la Academia Salvadoreña do la Historia, espera que los Honorables Señores Representantes se sirvan hacerla suya, a fin de que la Nación pueda cuanto antes ver elevado, por resolución oficial, a la calidad de SIMBOLO NACIONAL, el Himno que ha consagrado así desde hace tantos años; que movió el patriotismo de nuestros abuelos y que mueve también en nosotros las fibras más íntimas de nuestro corazón.
Con base en este concurso, la Asamblea Legislativa, emitió, con fecha 11 de diciembre de 1953, un Decrete por el cual se reconoce oficialmente como HIMNO NACIONAL, “el que se estrenó en la Capital de la República el 15 de septiembre de 1879 cuyos autores de la música y de la letra fueron el maestro Juan Aberle y el general Juan José Cañas, respectivamente, y el cual ha sido consagrado como tal por el sentimiento del pueblo salvadoreño desde la fecha de su creación”.
El Articulo 5º de este Decreto deja sin valor a los himnos de 1866 y 1891, reconocidos como oficiales por acuerdos ejecutivos de 8 de octubre de 1866 y 3 de junio de 1891, respectivamente.
En la obra “SIMBOLOS PATRIOS”, se dice acerca del Himno Nacional lo siguiente:
“EL HIMNO”, 1 – En la letra del Himno Nacional domina el espíritu pacifista. Lo expresa con toda claridad en los versos iniciales de la primera estrofa: \”De la paz en la dicha suprema, siempre noble soñó El Salvador”. Y lo repite con énfasis en el verso final de la última estrofa: “Su ventura se encuentra en la paz”.
Ninguno de los diez cuartetos de la composición lleva una palabra de reproche a la Madre Patria. Al hablar de las tiranías, se refiere, expresamente a las internas. Su contenido es una exaltación a los méritos de la libertad, la importancia del progreso, la gloria del heroísmo y el respeto a los derechos de las demás naciones del mundo.
Un escritor salvadoreño, al comentar la letra del Himno Nacional, Se expresa así:
No encontramos en el “odiosos recuerdos de la noble nación española, madre ubérrima de todas las naciones ibéricas del Nuevo Continente; más bien relega al olvido ese rencor fósil contra España que no nos enaltece, sino más bien nos niega los títulos de hidalguía que nos legara”.
2.-El coro principia con un saludo a la Patria, exalta después el orgullo de ser salvadoreños y nos dirige un llamamiento a todos para que dediquemos la vida al bien de la Nación.
La primera estrofa enaltece la paz, el progreso y la libertad nacionales. En la segunda alude a las sangrientas luchas sostenidas por El Salvador a través de su historia. Es la última una afirmación del respeto que profesa a las demás naciones para el mantenimiento de la paz.
Hay claridad en los conceptos y soltura en el lenguaje. La adjetivación es precisa y al mismo tiempo sobria. Contiene imágenes brillantes y originales. Son varias amplificaciones. El epifonema con que termina es elegante y expresivo.
Sus más bellas imágenes son las siguientes: El Salvador “en su alta bandera con su sangre escribió: libertad”; su historia es “gran. Lección de espartana altivez”; “en cada hombre hay un héroe inmortal”; y dedica su, esfuerzo tenaz “en hacer cruda guerra a la guerra”.
3. – Hay elegancia en la construcción musical de nuestro Himno. Su inspiración es rica, sus melodías expresivas y su armonización perfecta. Alborozados toques de clarín, de notas triunfales, suenan en su introducción. Después entre el tema solemne y marcial de la primera parte, cuyas imponentes armonías despiertan en los corazones el sentimiento del patriotismo.
La segunda parte, formada de sentidas armonías, es como un himno de Paz y bendición. Va acompañada de un ritmo noble y elegante.
En la tercera y cuarta parte continúa el mismo aire. Al final las melodías suben, crecen en intensidad y llegan a un clímax de esplendorosa solemnidad.
Luego vuelven los toques de clarín que preceden al Himno triunfal para entrar de nuevo en la primera parte cuyo final, lleno de potencialidad y ungido de patriotismo describe en forma resplandeciente el heroísmo salvadoreño.
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