EL ABOGADO Y SU FUNCION POLITICA

eimológicamente, ese es el contenido del vocablo «abogar», una de las más hermosas actividades a que pueda dedicarse el hombre. En segundo lugar, el ejercicio de una misión crítica. La crítica no es encomienda privada del jurista científico, del profesor o del investigador del Derecho.
La función crítica sobre las leyes es tarea inexcusable del abogado, no sólo ante los tribunales, sino en todos los foros públicos.
Finalmente, la función creadora de nuevas ideas. Para nadie es un secreto la carencia de imaginación de que hacen gala la Política y el Derecho. Parece innecesario dejar sentado que no basta la inteligencia. Que no basta la razón: hace falta la intuición porque, en lo más profundo de su ser, el abogado es un artista... Decía D Annuncio que el Derecho es «un ritmo de vida». Sólo el que sea capaz de sintonizar con una vida que cambia permanentemente, podrá realizar con plenitud la función creadora que corresponde al abogado, porque, en efecto, la política no se ejerce sólo desde las estructuras del Poder; también, desde el testimonio diario y constante, sea cual fuere el lugar en que nos encontremos, con un talante llamado a plasmar un futuro en el que la libertad sea posible en la igualdad y la igualdad en la libertad; un futuro en el que, en definitiva, el valor Justicia nos haga libres desde una igualdad sustancial reconocida por todos. He intentado dar unos pasos, acelerados e incompletos, por el intrincado futuro que aguarda a la profesión del abogado.
No debe, sin embargo, concluirse este apresurado oráculo personal, sin dejar constancia de mi postura: tengo absoluta confianza en que, si la profesión de abogado se plantea con seriedad, con rigor y con humildad, todo lo dicho y la compleja problemática que gravita sobre la misma será capaz de ponerse a la altura de las circunstancias, con la dignidad y con la relevancia que los siglos han impreso en los pliegues de nuestras negras togas.
Pienso con el decano Eduardo Couture, quien, en el octavo mandamiento de su Decálogo, grabó a fuego estas palabras: «Ten fe en el Derecho como el mejor instrumento para la humana convivencia; ten fe en la Justicia como destino moral del Derecho; ten fe en la Paz como bondadoso sustitutivo de la Justicia. Pero, sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni Paz».
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